Reflexión - Reflexion

“Queridos Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar”…¿de dónde salieron ustedes?

¿Sabemos cuál es el origen de los Reyes Magos? La única alusión que tenemos a estos personajes aparece en el Evangelio de San Mateo (Capitulo 2), en el que se menciona a unos “magos(lo escribo entre comillas ya que esto depende de la traducción que usted esté leyendo), de quienes no da nombres, ni dice que fueran reyes y ni mucho menos que fueran tres.  Quiero hacer un paréntesis ya que cuando menciono sobre traducciones presupongo que mi lector tiene conocimiento que la Biblia que tiene en sus manos NO fue escrita en el idioma español, sino que fue escrita en hebreo, arameo(porciones) y en griego, especialmente el Nuevo Testamento. El significado de la palabra definida como “magos” en la traducción de Reina-Valera (y otras derivadas de esta) viene del griego Gr. magoi; i.e. hombres que estudiaban astrología, medicina, y ciencias naturales. En las demás traducciones se define como sabios.

El Evangelio cuenta que unos magos(sabios) llegados de Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al rey de los judíos que acababa de nacer. Al enterarse de esta noticia, Herodes el Grande, que por esa época era el rey de Judea, los mandó llamar para interrogarlos, y les hizo prometer que una vez hallaran al niño se lo comunicarían para que pudiera adorarlo él también. Tras abandonar el palacio y ser guiados por la estrella, los magos(sabios) encontraron al niño en un establo en Belén, junto a María y José. Tras postrarse ante él y ofrecerle oro, el metal de los reyes; incienso, la ofrenda de los dioses; y mirra, como anuncio de sus futuros padecimientos, fueron advertidos por un ángel de que no volvieran al palacio de Herodes ya que este sólo quería acabar con la vida del niño.

Los evangelios ofrecen muy pocos datos sobre los “Reyes Magos” (ahora la tradición le añade otro calificativo, Reyes); en realidad, la historia sobre los “Magos de Oriente” aparece bien definida en los Evangelios Apócrifos, muy ricos en descripciones sobre estos personajes. En ellos, el término “mago” se ha de interpretar como un sinónimo de astrólogo, un sabio que puede, a través de la lectura de las estrellas, predecir acontecimientos. Quinto Séptimo Tertuliano, padre de la Iglesia en el siglo III, creyó ver una mención a los tres Reyes Magos en el Salmo 72:10-11 del Antiguo Testamento, que dice lo siguiente:

“Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán.”

El hecho de que fueran tres se vincula tanto a la Trinidad como al número de regalos que estos personajes llevaron al niño Jesús.

La Edad Media puso nombre a los tres “Reyes(Sabios) y sin más ni menos comenzó la adoración

A pesar de las respuestas o la escasez de estas que se puedan encontrar en la Biblia, el origen de los Reyes Magos tal como los conocemos en la actualidad tiene su origen en una larga tradición medieval que los “bautizó” con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar.

En España, y gracias a los testimonios escritos y artísticos que se guardan en la Biblioteca Nacional de España, somos testigos del nacimiento de esta leyenda a lo largo de los siglos, en concreto en una de las piezas más excepcionales de la literatura española del siglo XII, el llamado Auto de los Reyes Magos, una obra fundamental en la historia de la literatura española por ser el texto teatral más antiguo que se conserva en lengua castellana. En dicha obra aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar, pero no son definidos como “reyes”, sino como steleros, es decir, astrólogos.

Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecieron por primera vez en el famoso mosaico del siglo VI en la basílica de San Apolinar el Nuevo en la ciudad italiana de Ravena. Según un manuscrito del siglo XIII, se creía que los Magos podían proteger contra la epilepsia, y bastaba con rezar una breve oración al oído de un enfermo pronunciando el nombre de los tres Reyes para curarlo. En algunos puntos de Europa, el día 6 de enero se inscribían sus iniciales, GBM, en todas las puertas de las casas y en los establos para salvaguardar a las personas y a los animales contra el ataque de demonios y brujas.

La adoración de los Reyes fue un motivo pictórico que alcanzó su máximo esplendor durante el Renacimiento. Grandes maestros como Masaccio, Fra Angelico, Gozzoli o Botticelli, en Italia; Van der Weyden, Memling, El Bosco y Rubens, en Flandes, y El Greco, Velázquez y otros, en España, recrearon la famosa escena. La imagen era siempre la misma en la tradición cristiana: tres reyes vestidos con áureos trajes y acompañados de exóticos séquitos, arrodillados en un humilde establo de Belén.

Vamos a los hechos y lo que sí podemos afirmar por la Escritura, historia y el sentido común. Desmenucemos…

¿Usaban magia?

Con relación a su identidad, el Evangelio dice que eran magos (mágoi), pero no de los que se dedicaban a practicar la magia como Simón el mago (Hch 8:9-11) o Elimas de Chipre (Hch 13:8), sino hombres de una clase social muy respetada e influyente en Media y Persia. Poseían una formación y educación notables en diferentes ramas del saber (ciencias de la naturaleza, astronomía, medicina, literatura, filosofía etc.) y, como tales, eran asesores de los reyes y de las personas poderosas.

Así lo vemos en el libro de Daniel (Dn 2: 2,10) y, en ese sentido, son señalados por destacados autores como Estrabón, Filón de Alejandría o Jerónimo. Muchos estudiosos comentan que “Los magos del Oriente eran filósofos. Pertenecían a la clase numerosa e influyente, que incluía hombres de noble alcurnia y poseía gran parte de las riquezas y del saber de su nación. Entre ellos había muchos que explotaban la credulidad del pueblo. Otros eran hombres rectos que estudiaban las manifestaciones de la Providencia en la naturaleza, y eran honrados por su integridad y sabiduría. De este carácter eran los magos que vinieron a Jesús”.

¿Eran reyes?

El hecho de que la tradición los presente como reyes se debe a una interpretación un poco forzada de algunos textos del Antiguo Testamento:

  • Isaías 49:7 “Reyes te verán y se levantarán, príncipes vendrán a adorarte”.
  • Isaías 60:3 “Y vendrán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer”.
  • Salmos 60:29 “Por razón de tu templo en Jerusalén, los reyes te ofrecerán dones”.
  • Isaías 60:11 “Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni de día ni de noche; para que te traigan riquezas de las naciones, y sus reyes sean conducidos a ti”.
  • Isaías 60:16 “Te nutrirás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes te alimentarás”.

Pero el evangelista Mateo, muy atento a la aplicación de textos del Antiguo Testamento a la persona de Jesús, no los citó.

¿Cuántos eran realmente?

En cuanto al número de magos, la tradición, que no es unánime, señala que fueron tres, influyendo en ese número los regalos que el texto bíblico dice que ofrecieron: oro, incienso y mirra (Mt 2:11), y la interpretación también forzada de algunos textos del Antiguo Testamento:

– Salmos 72:10 “Los reyes de Tarsis y de las islas, traerán presentes, los reyes de Saba y Seba orecerán dones”.

Sin embargo, en pinturas encontradas en las catacumbas de San Pedro y Marcelino aparecen dos, en las de Santa Domitila cuatro y en algunas listas medievales se habla hasta de doce, quizás por la simbología con las doce tribus de Israel.

Una antigua leyenda dice que sus reliquias fueron transportadas de Persia a Constantinopla por el emperador Zenón en el año 490 d.d.C. y de ahí pasaron a la catedral de Milán. Parece ser que fue el emperador del Sacro Imperio Germánico, Federico I Barbarroja (1122-1190), el que se apoderó de las reliquias en Milán y se las entregó al arzobispo de Colonia, Reinaldo de Dassel (1120-1167), quien les dio acomodo en una famosa obra de arte de orfebrería , que todavía se exhibe, y que contiene tres calaveras: la de Melchor representando a los semitas, la de Gaspar, a los jafetitas y la de Baltasar, que representaría los camitas. Pero lo cierto es que el Evangelio de Mateo no da ninguna información de cuántos eran. Simplemente dice que unos magos (mágoi,en plural)  vinieron de Oriente a conocer y adorar a Jesús .

Su lugar de origen

El Evangelio de Mateo no nos da datos precisos sobre el lugar de procedencia de los magos. Ellos mismos afirman que vieron la estrella del rey de los judíos (Is 41:2; 46:11) en el “Oriente” (singular) y el narrador dice que llegaron “de tierras orientales” (plural). El término, tanto en singular como en plural, no es del todo preciso. Para un judío, el Oriente es, en general, lo que queda al este del río Jordán y del Mar Muerto.

Balaam vino “de Aram, de los montes de Oriente (Nm 23:7); Ciro vino del Oriente (Is 41:2,46:11), pero el Oriente también pueden ser las tierras de Arabia septentrional. Teniendo en cuenta lo que hemos dicho sobre la identidad de los magos, es muy probable que vinieran de Mesopotamia. Estos hombres, de una extensa y contrastada sabiduría, conocían las profecías en torno al nacimiento del mesías por la influencia, sin duda, de los judíos residentes en aquellas tierras desde hacía muchos siglos.

La fecha de llegada de los magos a Jerusalén y a Belén

Obviamente, los magos llegaron a Jerusalén y posteriormente a Belén cuando nació Jesús y el Evangelio precisa que Jesús nació en los días del Rey Herodes (el Grande). Herodes murió, según podemos deducir de varias fuentes, en la primavera del año 750 a.u.c. (después de la fundación de Roma), lo cual nos llevaría a cuatro o cinco años antes de la era cristiana.

La pregunta clave y de no fácil respuesta es ¿cuánto tiempo antes de morir Herodes nació Jesús? Honestamente no lo sabemos, pero nos inclinamos a pensar, por varias razones que tienen que ver con la enfermedad de Herodes y la matanza de los niños de Belén, que debió nacer sobre el año 748 a.u.c. El tiempo de adoración de estos tres Sabios, sucedió cerca a los dos años del nacimiento de Jesús y no el 5 de enero, como en Puerto Rico y en algunos otros países lo celebran. Según Mateo 2:16-18 Herodes ordena la matanza de los niños inocentes, menores a los dos años para que se cumpla lo que fue dicho por el profeta Jeremías “Raquel llorará por sus hijos” y no podrá ser consolada. Si sobre el año del nacimiento de Jesús, y la consiguiente llegada de los magos, no tenemos ninguna certeza absoluta, aún la tenemos menos sobre el día en que llegaron a Belén y adoraron a Jesús.

Hasta el siglo IV, la mayoría de las iglesias cristianas celebraba la Epifanía, “manifestación del señor a los gentiles”, el día 25 de diciembre, pero a medida que iba vinculándose esta fecha con el nacimiento de Jesús, la fecha del 6 de enero quedó, poco a poco, fijada para conmemorar la llegada de los magos a Belén. Desde el punto de vista bíblico no podemos relacionar estas dos efemérides con la vida de Jesús.

En el 25 de diciembre beben las saturnales romanas y en el “dies natalis solis invicti” (día del nacimiento del sol invencible) del mitraísmo, mientras que la fecha del 6 de enero está relacionada, en Egipto y en Arabia, con el nacimiento del dios a Aión, nacido de la virgen Coré y, en Grecia, con Dionisos, para celebrar los favores de este Dios a sus seguidores.  Dicho esto, y puesto que esa celebración está ahí, creo que debemos aprovechar la ocasión para meditar acerca de la convicción y determinación de estos personajes y para poner de relieve la fe que tuvieron.

Su fe, y el significado de sus regalos

Si tenemos en cuenta que los magos no eran judíos y que vinieron desde tan lejos, podemos considerarlos, sin duda, como unos personajes de gran fe, no solo porque no se desanimaron ante la incredulidad y el escepticismo que encontraron en Jerusalén, sino porque cuando vieron a Jesús, en la debilidad de un niño humilde e indefenso, lo reconocieron y adoraron como al verdadero Dios y le ofrecieron sus presentes.

– Por medio del oro, símbolo de la realeza, lo reconocieron como a su Rey y Señor.

– Con el incienso, como símbolo de las oraciones que suben a Dios, lo reconocieron como a Dios.

– Con la mirra, utilizada en el embalsamamiento de los muertos, reconocieron la humanidad y el padecimiento de Jesús.

El relato de los Sabios de Oriente, que nos refiere el Evangelio de Mateo, es, sin duda, un pasaje que nos invita a la reflexión y a dar paso a la fe, para ver en Jesús a nuestro Rey, nuestro Señor y nuestro Salvador.

Daniel Marte, Ph.D